¿Quién fue Jesús?
¿Un profeta, un buen maestro o una buena persona?
A diferencia de la pregunta “¿Existe Dios?“, muy poca gente se pregunta si Jesucristo existió. En general se acepta que Jesús fue realmente un hombre que anduvo sobre la tierra a Israel hace 2000 años. El debate empieza cuando se discute el tema de la identidad completa de Jesús. Casi todas las religiones importantes enseñan que Jesús fue un profeta o un buen maestro o un hombre piadoso. El problema es que la Biblia nos dice que Jesús fue infinitamente más que un profeta, un buen maestro o un hombre piadoso.
Entonces, quién dijo ser Jesús? Qué dice la Biblia que es? Primero, veamos las palabras de Jesús en Juan 10:30: “Yo y mi Padre somos uno.”(LBLA). A primera vista, esto pudría no parecer una afirmación de ser Dios. Aun así, fíjese en la reacción de los judíos a su declaración: “No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.” – Juan 10.33 (LBLA). Los judíos entendieron la declaración de Jesús como una afirmación de ser Dios. En los versículos siguientes, Jesús no corrige a los judíos diciendo: “No he pretendido ser Dios”. Esto indica que Jesús estaba diciendo realmente que era Dios al declarar: “Yo y mi padre somos uno.” – Juan 10:30 (LBLA). Juan 8:58 (LBLA) es otro ejemplo: ‘Jesús les dijo: “Os bien aseguro que antes de que Abraham existiera, yo soy”. De nuevo, en respuesta, los judíos tomaron piedras para intentar apedrear a Jesús (Juan 8:59). El hecho que Jesús anunciara su identidad como “Yo soy” es una aplicación directa del nombre de Dios en el Antiguo Testamento (Éxodo 3:14). Por qué querrían los judíos apedrear de nuevo a Jesús si no hubiera dicho algo que ellos consideraban blasfemia, es decir, una afirmación de ser Dios?
Juan 1:1 dice que “el Verbo era Dios”. Juan 1:14 dice “el Verbo se hizo carne”. Esto indica claramente que Jesús es Dios en la carne. El discípulo Tomás declaró a Jesús: “Señor mío y Dios mío” (Juan 20:28). Jesús no lo corrige. El apóstol Pablo lo describe cómo “…nuestro grande Dios y Salvador, Jesucristo” (Tito 2:13). El apóstol Pedro dice el mismo: “…nuestro Dios y Salvador Jesucristo” (2.ª Pedro 1:1). Dios Padre también es testigo de la plena identidad de Jesús: “Pero del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, durará por los siglos de los siglos, y la justicia será el cetro de tu reino'”. Las profecías del Antiguo Testamento sobre Cristo anuncian su deidad, “Porque nos es nacido un niño, nos es dado un hijo y el principado reposará sobre su hombro; y será llamado “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”” (Isaías 9:6).
Así que, como argumentó C.S. Lewis, creer que Jesús era solo un buen maestro no es una opción. Jesús afirmó clara e innegablemente que era Dios. Si no es Dios, entonces es un mentiroso, y por tanto no es un profeta, un buen maestro o un hombre piadoso. En los intentos de explicar las palabras de Jesús, los “eruditos” modernos afirman que el “verdadero Jesús histórico” no dijo muchas de las cosas que la Biblia le atribuye. Quién somos nosotros para discutir con la Palabra de Dios sobre el que Jesús dijo o no dijo? Cómo puede un “erudito” a dos mil años de distancia de Jesús tener una mejor visión del que Jesús dijo o no dijo que aquellos que vivieron, sirvieron y fueron enseñados por el mismo Jesús (Juan 14.26)?
Por qué es tan importante la cuestión de la verdadera identidad de Jesús? Por qué importa si Jesús es o no Dios? La razón más importante por la cual Jesús tiene que ser Dios es que, si no fuera Dios, su muerte no habría estado suficiente para pagar la pena por los pecados de todo el mundo (1.ª Juan 2:2). Solo Dios podía pagar una pena tan infinita (Romanos 5:8; 2.ª Corintios 5:21). Jesús tuvo que ser Dios para poder pagar nuestra deuda. Jesús tuvo que ser hombre para poder morir. La salvación está disponible solo a través de la fe en Jesucristo. La deidad de Jesús es la razón por la cual Él es el único camino de salvación. La deidad de Jesús es la razón por la cual proclamó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie llega al Padre, si no es a través de mí” (Juan 14:6).
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